lunes, 23 de julio de 2007

Vivir en la retaguardia, vivir a medias

En mis tiempos de telefonista me planteé la vida muchas veces. El futuro, los sueños, su posible conexión más allá de la simple imaginación.

En ocasiones me preguntaba: ¿Hacia donde me dirijo? ¿Es lo que anhelo? ¿Evoluciono hacia donde siempre he querido o me he pervertido en el proceso y me he acabado dejando llevar? ¿Cuál es el precio de la autenticidad o el color del talento?

Vivir es una lucha constante...; tediosa, cruel, inexorable...; una batalla perdida de antemano, pues un día nuestros huesos o cenizas reposarán en la tierra. Pero mientras llega ese momento, ¿aprovechamos nuestra valía? ¿Alcanzamos nuestros objetivos o nos resignamos a postergar nuestros anhelos autoexcusándonos para engañarnos y no ver la realidad?

La única persona a la que no se puede engañar es a uno mismo. Los demás pueden creer tus excusas pero eres tú quien decide inventarlas. En esta vida hay que luchar por el futuro, cumplir metas y alcanzar objetivos; debemos huir del conformismo en el que, aquellos que amasan el poder, nos sumen para mantener el control sobre el vulgo; hemos de luchar por y para nosotros; desafiar el sistema social preestablecido si es necesario para lograr nuestro objetivo; despertar y creer firmemente en nosotros pues valemos mucho más de lo que nos han permitido creer.

En esta sociedad se potencia la mediocridad y se aleja al público del conocimiento con el propósito de manejarlo con facilidad. Debemos tomar las riendas de la vida y dictar las normas de procedimiento según el YO, o nuestra sociedad seguirá estancada mientras los poderes nos utilizan a su antojo y desvían nuestra atención con falsedades.

Los opios televisivos nos hacen dóciles y resignados y nos alejan de nuestra propia lucha por el futuro, relegándonos a un segundo plano para pelear en la retaguardia, donde nunca estaremos expuestos al peligro, y donde nunca conoceremos la gloria.

Si la vida es un camino, yo me decía: ahora ando despacito; guardo mis energías para cuando rompa mis cadenas y comience a correr. Sigo en preparación, aprendiendo a rentabilizar mis fuerzas. Pero llegará el día en el que lucharé lejos de la retaguardia.