Cayó ante mis ojos la noticia del niño ajusticiado por un toro gracias a que su padre decidió que la legislación Española no era lo suficientemente buena para él, y prefería adelantar un par de años el enfrentar a su hijo a la muerte. No sé si me horripila más que esta barbaridad carnicera se perpetúe en España (¡ole!) sin visos de ser prohibida, o el hecho de que un imberbe de 14 años, sin voluntad ni personalidad sea quien por propia iniciativa (curioso dato que su padre fue torero), decida lanzarse a estas prácticas patéticas y aberrantes.
Yo le daba 40 guantazos al padre y el doble al hijo, revés y envés alternativamente para aprovechar la inercia del movimiento, a ver si como producto y el efecto de este tratamiento cinemático/dinámico, se le aireaban los pensamientos, les volvía el riego a los lóbulos frontales y la cordura se despertaba en sus engurruñidos cerebros. ¿Cómo es posible que en los tiempos que corren que esta vergüenza para España aún exista y no contentos con eso encima haya gente que todavía lo avale? ¿Con qué derecho nos quejamos de los comportamientos de otros países si nosotros mismos nos hacemos esta publicidad al mundo, en la que decimos: SOMOS RETRASADOS?
El niño puede aseverar que ésta es su pasión (tal idea me parece simplemente vomitiva), y puede estar convencido de ello, pero sigue siendo un niño y estoy más que seguro que la mayoría de las facetas de su personalidad distan mucho de estar edificadas, o de por lo menos haber evolucionado mínimamente desde la puerilidad. El cerebro necesita tiempo para madurar, y a esas edades la moralidad prefabricada que se inculca en esta sociedad, muy probablemente no ha hecho efecto del todo.
Que un niño de 14 años no sea capaz de apreciar la vida de un animal y de respetarla como se merece es algo muy grave, porque eso quiere decir que no protegemos su inocencia suficientemente. Al final acabará tirado en el ruedo sangrando como un cerdo, con decenas de “asesinatos taurinos” a sus espaldas, y para colmo casi analfabeto. Si dios levantara la cabeza...; me cago en mi puta misantropía.
Yo le daba 40 guantazos al padre y el doble al hijo, revés y envés alternativamente para aprovechar la inercia del movimiento, a ver si como producto y el efecto de este tratamiento cinemático/dinámico, se le aireaban los pensamientos, les volvía el riego a los lóbulos frontales y la cordura se despertaba en sus engurruñidos cerebros. ¿Cómo es posible que en los tiempos que corren que esta vergüenza para España aún exista y no contentos con eso encima haya gente que todavía lo avale? ¿Con qué derecho nos quejamos de los comportamientos de otros países si nosotros mismos nos hacemos esta publicidad al mundo, en la que decimos: SOMOS RETRASADOS?
El niño puede aseverar que ésta es su pasión (tal idea me parece simplemente vomitiva), y puede estar convencido de ello, pero sigue siendo un niño y estoy más que seguro que la mayoría de las facetas de su personalidad distan mucho de estar edificadas, o de por lo menos haber evolucionado mínimamente desde la puerilidad. El cerebro necesita tiempo para madurar, y a esas edades la moralidad prefabricada que se inculca en esta sociedad, muy probablemente no ha hecho efecto del todo.
Que un niño de 14 años no sea capaz de apreciar la vida de un animal y de respetarla como se merece es algo muy grave, porque eso quiere decir que no protegemos su inocencia suficientemente. Al final acabará tirado en el ruedo sangrando como un cerdo, con decenas de “asesinatos taurinos” a sus espaldas, y para colmo casi analfabeto. Si dios levantara la cabeza...; me cago en mi puta misantropía.
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