El otro día leí una de esas noticias que me hacen un poco feliz y que me acercan a la falsa sensación de que todavía hay esperanza para ciertos individuos de la raza humana. Por lo visto dos escuelas de escritores, una en Madrid y otra en Barcelona, han tomado la iniciativa de crear una reserva de palabras en desuso para que no caigan en el olvido definitivo.
El mecanismo funciona de manera que aquel que crea que una cierta palabra apenas se usa y corre riesgo de desaparecer puede acudir a uno de estos dos sitios para “apadrinarla”:
www.ateneubcn.org/apadrinaunaparaula/
www.escueladeescritores.com/apadrina-una-palabra
La veda está abierta hasta el 21 de abril y a partir del 23 del mismo mes (coincidiendo con el día dellibro) entrará en funcionamiento el portal www.reservadepalabras.org para uso y disfrute de todo friky lingüístico que se precie.
El motivo determinante para tan interesante propuesta es preservar la variedad lingüística de la lengua que al parecer se está empobreciendo en los últimos tiempos. A día de hoy dicen haber recibido más de 4000 palabras desde más de 42 países.
A mí la idea me parece maravillosa, yo que soy un “palabrofílico” (a pesar de que no conozca muchas y es por eso que me las invento), veo esta iniciativa como un punto interesante para luchar contra la ignorancia y la iletralidad en la que nos sumergimos poco a poco. Bien es cierto que la lengua está en movimiento, surgen palabras nuevas y se van apartando otras, pero llegados a un punto, ¿por qué no vigilar ese crecimiento? Igual que un niño el lenguaje puede necesitar de unos cauces para que no se deteriore en exceso, si se permite la expresión.
La idea es genial pues es un paso más que interesante pero considero que insuficiente. La riqueza del lenguaje se apoya en el vocabulario, pero la calidad del mismo radica en otros aspectos tales como la sintaxis y la puntuación. En estos puntos la realidad es cruda y desagradable: la gente no sabe escribir. Mucha gente logra recordar la manera de hacer una multiplicación o una división (bueno quizá no tantos), pero ¿por qué la gente no recuerda como hay que escribir correctamente? Me consta que se enseña, o por lo menos se intenta; nadie dice que cada ciudadano haya de desarrollar aptitudes literarias, pero hacer un uso sintáctico y de la puntuación más o menos correctos no es una empresa fuera de toda lógica.
Siempre he pensado que no se hace el hincapié necesario en la asignatura de lengua pues para bien o para mal, de todas las cosas que se estudian en colegio e instituto, la única que seguro vas a necesitar el resto de tu vida es el lenguaje, y además a diario. La comunicación es esencial en todas las facetas de la vida y si bien la comunicación oral pasa más inadvertida que la escrita, bien es cierto que hay maneras de hablar y maneras de hablar; pero la expresión escrita... En mis tiempos de teleoperador no sólo contestaba al teléfono como una máquina vacua y repetitiva, si no que también respondíamos mails. La cantidad de burradas que yo pude leer durante aquellos tiempos es auténticamente inenarrable. Conmovido por la tragedia de ver la lengua ultrajada de aquellas maneras, aun conservo flagrantes pruebas impresas (¡eso no se hace!) de cantidad de ejemplos que representan todo aquello que configura la tortura lexicosemántica más chunga del mundo. En serio, terror absoluto.
Si lees esto no me responsabilizo de los daños colaterales que sufra tu cerebro, ¿queda claro?
lunes, 9 de abril de 2007
Reserva virtual de palabras
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