lunes, 9 de abril de 2007

La operación Ataud de semana santa se destaca con éxito con 102 muertos en carretera

A lo que hay que sumar 57 heridos graves y 34 leves según supuestos datos aportados por la DGT.

Al parecer mucha gente piensa que las carreteras son el máximo culpable. Ya me imagino a un pegote de alquitrán de la talla de un hombre y con forma humanoide arrollando a los vehículos, o decapitando a los motoriastas con una señal de ceda el paso que es blandida cual hacha. ¿Hallase visto tontería semejante?

Estoy seguro de que si fuera todo el mundo en bicicleta no se mataría casi nadie. Lejos de echarle la culpa al vehículo, que mal que me pese, como el alcohol no es más que un catalizador, habrá que echar la culpa a los usuarios digo yo. Además cae por su propio peso señores (utilizado con valor neutro), pues si cogemos un punto en el que se produce un accidente mortal, podemos constatar que por ese punto han pasado miles de personas que no se han matado. ¿Qué hace diferente a los involucrados en este accidente y a todos los demás que no se mataron si la carretera y el asfalto son los mismos? Cierto es que en ocasiones factores ajenos al conductor se acoplan: la máquina hace un extraño, la visibilidad no es la mejor posible, el factor humano no está a la altura en ese momento preciso, y por que no, el asfalto no esta fino fino. Quiero decir que estoy seguro de que como causa aislada y en determinados casos el piso ha decidido bastante en un accidente, pero insisto, creo que sin duda hay otros factores añadidos y que como cúmulo de estos sobreviene la tragedia.

Con un asfalto regular e incluso malo y circulando según las normas de circulación, esto es respetando todas las indicaciones y en especial las limitaciones de velocidad, normalmente no se mata nadie. Incluso aun pasándose algunas indicaciones por el forro, el sentido común y la prudencia deben ser los últimos cauces para sentarse al volante y evaluar las condiciones contextuales de la conducción en ese momento, véase: climatología, visibilidad, asfalto, estado del vehículo, vehículos adyacentes, y la atención a la conducción.

Quizá también es interesante pensar que hay otros factores que pueden tener su influencia:
-Estrés: Hay peña que vive estresada. Es la moda, así que en el coche van estresados, protestando por todo con una atención que disminuye al tiempo que aumenta, de manera inversa y proporcional, las ganas por llegar al destino.
-Alcohol: Cae por su peso.
-Distracción: Cada vez hay más maneras de distraerse al volante, otra de las taras de la tecnología. El móvil, la conexión del manos libres, el testigo que marca algo y da un pitido, la sintonización de la emisora que se ha perdido, el radio-cd que escupe el cd o simplemente no quiere leerlo…

En cualquier caso yo sigo creyendo que el factor humano es decisivo. Cada vez hay más vehículos, cada vez son más seguros y cada vez hay más muertos; o el estado de las carreteras empeora a una velocidad meteórica, o la conclusión lógica es que cada vez hay más insensatos al volante. De manera necia pues, seguimos echando la culpa al estado de las carreteras, esa actitud infantil del que proyecta la falta sobre cualquier cosa menos sobre sí mismo por miedo a la verdad. Incluso me atrevo a decir que tener un accidente es complicado, pues los sistemas electro-mecánicos de seguridad activa que hoy se instalan en los vehículos hacen muy difícil el accidentarse, a no ser que no se tengan los reflejos demasiado mermados, claro. La distancia de frenado de un vehículo equipado con el sistema de antibloqueo de neumáticos ABS (anti block system si no mal recuerdo) hacen que esa masa de metal se detenga sin derrapar en un tiempo absolutamente alucinante, razón por la cual es tan importante mantener esa distancia de seguridad con el vehículo anterior. Si además pensamos en los accidentes con varios vehículos involucrados, hemos de dar cuenta de que cada uno de ellos muy probablemente tenga la oportunidad de evitar la colisión, o al menos de ahorrarse su participación.

Así pues creo que si cada vez hay más insensatos al volante y por tanto quizá donde falle la teoría mágica de evitar las muertes no sea en penalizar, si no en prevenir. Yo votaría porque se instaurara una asignatura de educación vial, pero en plan gore. La aconsejaría en la edad de los 14-15 que creo yo que es un buen momento para adoctrinar a la peña, pues los adolescentes son influenciables, maleables y hacen gala de carencia exagerada de personalidad y voluntad (sólo en la mayoría de los casos). Lo suyo sería unas pocas horas a la semana y sobre el contenido propondría cosas verdaderamente bestias, a saber: estudios dinámicos basados en test de conducción de vehículos sobre la deformación de los habitáculos y los impactos para el ser humano; visionado de reconstrucciones de accidentes mortales, así como videos y fotos reales del resultado; comentarios de texto sobre escritos de gente que se ha hecho papilla y están en una silla de ruedas gracias a una imprudencia; y análisis de testimonios de gente que ha perdido a un ser querido o que han sesgado la vida de otro. No se trataría de inculcar miedo (¿o sí?), si no de prudencia, responsabilidad, sentido común; de enseñar que las consecuencias de una imprudencia son más reales y duras de lo que creemos y que en definitiva son verdaderamente espeluznantes y trágicas.

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